No sé si te ha pasado, pero yo he tenido más cistitis que cumpleaños.
Empezaron justo después de tener a mi primer hijo y desde entonces… ya van cuatro.
Sí, cuatro hijos y una lista interminable de infecciones de orina que siempre elegían el peor momento para aparecer
Cada verano era la misma historia: calor, playa, bañadores mojados, no beber suficiente agua, dormir poco… y ahí estaba ella, la cistitis. La típica amiga a la que jamás invitas, pero se planta igual en tu casa como si viviera allí.
Probé de todo (y nada terminaba de funcionar). Pasé por todas las fases: antibióticos, remedios naturales, infusiones “milagrosas”, los consejos de mi madre, de Google y hasta de mi vecina… Algunos ayudaban un poco, otros no tanto.
Y yo seguía con esa sensación de que mi cuerpo estaba en guerra conmigo.
Hasta que, sin darme cuenta, descubrí algo que cambió mis veranos por completo.
Era agosto, hacía un calor insoportable, fue un agosto horrible en mi ciudad y, sinceramente, no me apetecía ponerme ni las bragas. Así que dormí sin nada esa noche, y la siguiente, y la siguiente… hasta que pasó el mes.
¿Por qué lo hice? Pues no lo sé, llámalo calor, pereza o intuición, pero lo cierto es que ese verano no tuve ni una sola cistitis.
Pensé que era casualidad, pero lo repetí al año siguiente… y volvió a funcionar.
Y cuando empecé a investigar, entendí que tiene todo el sentido del mundo. Dormir sin ropa interior deja que la zona íntima respire, evita la humedad y reduce ese entorno cálido donde las bacterias campan a sus anchas.
Y aunque suene poco glamuroso, es lo más cómodo del mundo.
Cuando se lo conté a mis amigas pensé que se iban a reír… y resultó que la mitad también lo hacía, cada una por razones distintas.
Desde entonces, tengo mi propio ritual nocturno que empieza por una ducha y termina por meterme en la cama, con un camisón suelto y nada más. Sin olvidar tomarme mis suplementos con D-Manosa, arándano rojo y probióticos, no vamos a tentar a la suerte tampoco.
No lo tomo “por si acaso”. Lo tomo porque por fin entendí que, si quiero vivir sin miedo a la próxima infección, tengo que darle a mi cuerpo herramientas reales para defenderse. Seguramente la combinación de ambas cosas es lo que ha conseguido mantener mis cistitis a raya todo el año.
Moraleja (o, como diría mi hija, “tip vital”): a veces la solución no está en hacer más, sino en quitar cosas de en medio. Dormir sin ropa interior no me costó nada… y me cambió el verano.
Después de cuatro hijos y muchos años de recurrencias, por fin puedo decir que vivo sin miedo a la próxima infección.
Y eso, créeme, no tiene precio 😁
“Anónimo”

UROCRAN
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